viernes, 29 de noviembre de 2013

Bombón ahumado

El quirófano era la piedra angular, la columna que sustentaba la economía de ese hospital privado, todos los demás servicios anexos carecían de importancia. En esos anexos me encontraba yo concretamente en la unidad de medicina interna y pacientes terminales, apodada por los superenfermeros de quirófano la planta de los limpiaculos.
Los lunes, martes y jueves un enfermero limpiaculos se trasladaba parte de la mañana a reforzar quirófano. Y aquí pasaba igual que en el reino de los cielos: los últimos serán los primeros. Los últimos que llegaron serán los primeros que saldrán a reforzar quirófano.

Yo fui el último en llegar. Odiaba a muerte esos días de refuerzo: “estás  tonto, no sirves para estar aquí, necesitamos un refuerzo no un estorbo, el que vale vale y el que no a limpiar culos…” 

lunes, 28 de octubre de 2013

Frases incentivadoras

Existe un nutrido elenco de frases que, especialmente, incentivan la actividad de los distintos profesionales sanitarios. Son frases que aumentan las ganas de ir a trabajar, de formarte, de aprender, de que no pesen las jornadas laborales de noches, festivos y fines de semana.
Son las llamadas frases “incentivadoras”. Están las clásicas, las de toda la vida, dentro de estas las dos que más destacan son: “Cómo le pase algo a mi padre te mato” (claro, claro, y es que los profesionales sanitarios tenemos un don divino-mágico  adquirido a lo largo de la carrera profesional, tras superar los 15 créditos de la asignatura “Poder de Decisión sobre la vida y la Muerte” estamos capacitados para evitar la muerte en todas las situaciones). Que su padre tiene 90 años y desgraciadamente sufre un infarto masivo, no se preocupe, si la medicina tradicional falla, aplicaremos nuestros poderes mágicos, arrancando a su familiar de las garras de la muerte, en ocasiones tenemos que aplicar este poder con mesura  ya que de lo contrario, si lo sobrepasamos podemos convertir al paciente en inmortal.

Llegado a este punto, cabe preguntarse que si existe este don adquirido tras recibir dicha asignatura ¿por qué muere gente en el hospital? Es obvio. Porque, y perdonen el sarcasmo y el humor negro en este tema tan delicado, la asignatura “Poder de Decisión sobre la vida y la Muerte”, en los actuales planes de estudio es de libre configuración, no es obligatoria. No todos los profesionales sanitarios la cursan, de ahí que en ocasiones se produzca ese fatal desenlace.

viernes, 11 de octubre de 2013

Me siento seguro

Son las 02:34 horas, madrugada en un desierto servicio de urgencia. Mi mirada se perdió observando la oscura noche para encontrarse de nuevo en una especie de trapo blanco, que torpemente se balanceaba en el exterior de izquierda a derecha y a toda velocidad se dirigía hacia la puerta de entrada. La débil luz de la farola más próxima delató lo que a priori parecía ser una silueta humana un tanto amorfa. Un cuerpo gigante que se asemejaba a una enorme bola de gelatina humana, solo tapado por unos calzoncillos, mientras encaraba aceleradamente la puerta principal de urgencias.

El acceso se activaba con un sensor de movimiento y se abría centralmente, algo, que no advirtió la bola de gelatina de fresa que intentó entrar lateralmente, estampándose brutalmente contra la cristalera. Me asombró en un primer momento la resistencia de la mampara y posteriormente de nuevo me quedé absorto al ver como rebotaba ese cuerpo sobre el suelo, para levantarse de un salto, tomar impulso y chocar otra vez lateralmente contra la mampara.
No sirvieron de nada las indicaciones previas de Paco, el vigilante de seguridad. Bueno si sirvió de algo, para que al tercer intento la gelatina encontrase la entrada y propinase un brutal gancho de izquierda a Paco. Jamás había visto tal flexibilidad de cuello en un ser humano, su cabeza se estrelló contra lateralmente al impacto contra su propio hombro derecho. No estaría de más que Paco anulase su cita con el neurocirujano, para mí que sus dos hernias cervicales se han recolocado tras el golpe.

martes, 10 de septiembre de 2013

Batman

Que sí, que es cierto, el servicio de urgencias donde yo trabajo no está acreditado, no tiene el último desfibrilador del mercado, ni personal potente, entendiendo por potente, personal investigador, que maneje los diagnósticos enfermeros…

Pero mi servicio de urgencias  tiene algo especial que muchos quisieran: solera. La solera no te la da ninguna certificación externa, ningún curso de formación, ningún profesional “potente”.

La solera te la dan los fichajes o personajes: aquellos pacientes multifrecuentadores de los servicios de urgencias por motivos repetitivos, irrisorios y casi inverosímiles. Hemos hablado de muchos en este blog, como por ejemplo: Araceli, que acude frecuentemente, día sí y día sí; su motivo mal aliento. El cunetas,  apodo que resulta del lugar donde siempre se encuentra en situación de semiinconsciencia por consumo alcohólico (Descanse en paz). Antoñito el yonki  toxicómano desde los años ochenta, enganchado a la heroína (D.E.P.)  El “V” cuyo apodo completo no tengo valor de reproducir, acudía a urgencias escoltado por un numeroso grupo de policías y aún así sembraba el terror (D.E.P.). El hermano del “V” que deseamos que descanse mucho tiempo en la cárcel para que todos tengamos paz.

viernes, 26 de julio de 2013

La frase del verano

Este año me está siendo muy complicado encontrar la “frase del verano”. Y es que más que a unas urgencias en turno de noche (de 22:00 a 08:00 horas) esto se asemeja cada vez más a la película: “Atrapado en el tiempo”, donde todos los días eran iguales (el día de la marmota), y todos los días sucedía lo mismo:

De 22:00 a 00:00 horas: Acuden los post piscinas, esos papás y mamás que consultan temas de urgencia vital tipo: mi niño que se ha quemado los hombros, a mi niño que le ha picado un bicho y claro ( y aquí viene la posible frase del verano) “antes de meternos en la noche que vean al niño”. ¿Antes de meternos en la noche?,  al principio me daba miedo oírla, suena a película de terror. ¿Qué pasa si entra la noche?  ¿el niño se quema más? ¿las urgencias cierran? ¿salen los muertos vivientes?

De todas formas os doy un consejo importante. Para evitar quemaduras solares existe una técnica que puede resultar algo compleja, según qué padres, pero muy eficaz: protección solar.  Y para las picaduras de insectos, que dudo que en nuestra época de niños nuestros padres nos llevasen a urgencias por una picadura de insecto, pero si ésta reviste gravedad la solución no está en urgencias, está en casa de mi vecina Ramona, que afirma tener una saliva curativa, te escupe en la zona dolorida y además te la adereza con unos granitos de sal bendecidos. Así que cuando éramos pequeños preferíamos mantener en secreto nuestras picaduras a sufrir el escupitajo de Ramona. Ramona cuanto te echo de menos, al menos de 22:00 a 00:00 horas.

viernes, 19 de julio de 2013

El curriculum

Hace algún tiempo, en un hospital privado tuvieron la “genial” idea de nombrarnos, a mi compañero y a mí, supervisores de guardia.

La definición de supervisor de guardia varía drásticamente según la fuente consultada; así en palabras del director de enfermería sería la continuación de la dirección, cuando, éste, el director, no se encuentra en el centro.

Ahora bien, si tú le preguntas a cualquier trabajador te dirá que un supervisor de guardia es uno que se toca los huevos y que en ocasiones también toca los huevos a los trabajadores.
 
Después de leer el protocolo de supervisores de guardia, me di cuenta que tenia algunas funciones más, entre las que destaco las que más me llamaron la  atención:

Recepcionar hojas de reclamaciones: lo que más odiaba. Esto es como echarle un trozo de carne a un perro rabioso hambriento. No es necesario decir que el trozo de carne es el supervisor de guardia. Nunca en mi vida me habían ofendido tanto, a mí y a mi madre, como recepcionando hojas de reclamaciones. Este apartado requiere un capítulo a parte.

Sin lugar a dudas, la  función más peculiar: acudir sin voz ni voto, a la clasificación de curriculums para futuros  procesos de selección de personal. Ese día me disfrazaba de espantapájaros y veía como circulaban de un lado a otro las caras, las vidas, las direcciones de cientos de personas impresas en papel. 

jueves, 11 de julio de 2013

Por qué me odia la Porfavor


Algo muy habitual en esta profesión es compartir el vehículo para trasladarse al hospital. En  esta ocasión nos separaban 60 Km y  como novedad contábamos con nueva compañía: “La Porfavor”. Una enfermera de treinta y pocos años, de nombre con referencias bíblicas, Magdalena; y no era lo único bíblico, su ropa pre-comunión también lo era: vestiditos de florecitas con cuellos redondos. Destacaba sobre sus dientes un corrector dental que a juzgar por su tamaño sería el primero que llegó a la península ibérica, de color plata envejecida con el que daba mordisquitos tipo rata a unas misteriosas galletitas que guardaba en una bolsa y que masticaba como lo hace un abuelo sin dientes.
 
Pero nada de eso me molestaba. Sin duda, lo peor de la Porfavor, es que nunca cedía su vehículo, nunca conducía, alegaba múltiples achaques y pluripatologías. Pero lo más insufrible de todo eran sus múltiples condicionantes no negociables: por favor baja la música que padezco hiperacusia, por favor baja el aire acondicionado que tengo bronquitis asmática, por favor tengo que ir delante de copiloto que padezco vértigos, por favor…

Ese día conducía yo y ya tenia allí a la Porfavor royendo las dichosas galletitas, sentada de copiloto y con su retahíla de por favores: baja el aire, no ruido, no corras... Hasta que se ponía el coche en marcha, momento en que se colocaba un collarín cervical y se echaba a dormir mismo momento que yo aprovechaba para bajar la temperatura, subir la música y en definitiva dar un poco de por culo, algo que me encantaba y provocaba una sonrisilla maliciosa a mis compañeros del asiento trasero. 

viernes, 28 de junio de 2013

Antoñito, punto final

Antoñito solo madrugaba una vez al mes. Solo tenía una obligación al mes. La misma rutina que se repetía todos los meses: comprobar y retirar de su sucursal bancaria, a primerísima hora de la mañana su pensión no contributiva el mismo día que se la ingresaban.

Antoñito se levantaba y literalmente se encaminaba a su  banco y digo bien, literalmente, porque Antoñito no necesitaba cambiarse de ropa, ya se acostaba vestido, no necesitaba ducharse porque aun hacia mucho frío, no necesitaba desayunar porque su desayuno no estaba en casa, lo encontraba en la calle.

Pero hoy la rutina de Antoñito se convertiría en novedad, desagradable novedad. A la salida de la sucursal, se encontró con una deuda pendiente. Dos, uno a su izquierda y otro a derecha. Lo sujetaron, él ni se inmutó, no serviría de nada, el tercero, el de los guantes de látex, requisó su pensión aunque por supuesto no cubría gastos, así que decidió quitarle lo único que medio tenía valor: su vida. Le asestó dos certeras puñaladas en el tórax, justo donde se aloja el corazón. 

viernes, 21 de junio de 2013

Nadie sobrevive una noche en la territorio comanche sin secuelas

Tocaba turno de noche en una unidad que no era ni en la segunda, ni en la tercera planta, por no tener no tenía ni número; era conocida entre el personal como la unidad Territorio Comanche, donde en cada turno se libraba una feroz batalla, perdida de antemano, por el personal sanitario. Y es que ciertamente servia de cajón desastre, donde se ingresaban desde abuelos crónicos pluripatolgógicos a pacientes agresivos, pasando por pendientes de diagnóstico psiquiátrico definitivo y demás…

La noche empezaba con desgana y más ahora, sabiendo que compartiría turno con una compañera de cuyo nombre no quiero acordarme y que apodábamos “La Koala”, no solo por su parecido físico con el marsupial, que también, si no porque al igual que este, dormía veinte horas al día para ahorrar energía. Era curioso como tras recibir el relevo iniciaba el mismo ritual noche tras noche: sacaba de un bolso una colchoneta playera color flúor, un inflador de pie y, sin ningún tipo de remordimiento ni prisa, la  inflaba.

Mientras yo preparaba los no se cuántos botes de medicación, mentalmente identificaba las habitaciones conflictivas: 

viernes, 14 de junio de 2013

Depresor lingual

Después de algunos días en aquella unidad de pediatría, aprendí que los niños lloran mucho y hacen continuamente pipí y caca.  Se me olvidaba, también he aprendido el complicado uso de un utensilio médico: el depresor lingual. Ese palito de madera que se usa para valorar la boca y la garganta, sí, el mismo que nos regalaba nuestro pediatra. He rehusado anotar en mi cuaderno de chuletas de enfermería estos vastos conocimientos. Con esta potente base científica me enfrenté a mi nuevo destino, una unidad de medicina interna en la que los pacientes, a pesar de superar con creces la edad de los niños, también lloraban mucho y  se hacían continuamente pipí y caca. Y justamente para recoger muestras de heces es para lo que, en esta unidad, se usaba el depresor lingual. Tras clavar en innumerables ocasiones ese instrumento de madera en un pañal rebosante, entenderéis por qué dejé de comer esos típicos helados de polo con palito.

viernes, 7 de junio de 2013

Tipología básica de enfermeras

Camino de mi nuevo destino profesional, los nervios típicos y la pregunta de siempre: ¿con qué tipo de enfermera compartiré mi jornada laboral? Y es que no se si lo sabéis, pero hay enfermeras de muchos tipos.

Enfermera Aliento En Tu Nuca: No se fía de ti, da igual que tu experiencia profesional sea de diez, veinte o treinta años; da igual que lleves en ese servicio otros tantos años; no se fía de ti. Que vas a sacar sangre, allí está, tras de ti; que sacas la medicación, allí está tras de ti. Provoca la misma sensación que sentirías si conduciendo por una carretera secundaria limitada a 80km/h aparece pegado en tu retrovisor el todo terreno de la Guardia Civil.

Enfermera Happy Meal: Al igual que dicho menú infantil, en su interior guarda una sorpresa para ti, normalmente tan decepcionante como la del menú;  a las 14:50 horas, a diez minutos de finalizar el turno, te comenta: “Oye, sabes una cosa, hay que sacar la medicación del turno siguiente y hacer el balance hídrico”. MYI: “Claro y después le hago la manicura y pedicura a todos, a ti, y a tu madre con el tiempo sobrante”.

Enfermera Normal y Corriente: Es mi ídolo. Esta enfermera se ha criado desde pequeña en servicios especializados como una UCI de hospitales potentes, urgencias de hospitales de referencia, quirófanos de urgencias. Para ella, la llegada a urgencias de un paciente gran quemado es normal, la llegada de un motorista con un miembro amputado tras un accidente es normal, y tú, asustado lo único que puedes hacer es seguirle la corriente.

miércoles, 29 de mayo de 2013

La Bella Durmiente

Hoy me he vuelto a quedar dormido . Recuerdo la última vez que me pasó algo parecido.
A las 08:05 horas de una fría mañana de febrero, el desagradable politono poligonero de mi móvil, tan-tan-tatatan… me despertó. En la pantalla un número de teléfono registrado con un nombre muy claro: NO COGER. Sin duda se trataba de mi supervisor, que con su “aterciopelada” y “agradable” voz me espetó: “Cuando quieras vienes a trabajar”. Y colgó.
Me incorporaba de turno de mañana (a las 08:00 horas) me separaban de mi puesto de trabajo 80 Km de nada. Y lo peor de todo, me había quedado dormido. Tuve que renunciar a mis dos mini placeres matutinos: la ducha calentita y el chupito de café; ambos tuvieron que ser sustituidos por pasta dentífrica y un sorbo de agua, con los que inconscientemente, sin desechar, salí de casa enjuagándome la boca. Al abrirse la puerta del ascensor el saludo de mi vecina y su perro me obligaron a tragarme esa mezcla casi erosiva para responder al saludo (NOTA IMPORTANTE: bajo ningún concepto os traguéis pasta de dientes con el estómago vacío).

viernes, 24 de mayo de 2013

Cari uno y cari dos


Cansado de aprender las cosas con el método ensayo error (a ostias o síncopes) decidí buscar un método algo más científico. Me matriculé en un súper mega master en urgencias, emergencias, cuidado, estabilización y traslado de pacientes críticos y todo ello siguiendo los criterios de la EBE (enfermería basada en la evidencia ). Todo por un módico precio: 3.800,00 € a pagar en cómodos plazos (la mitad hoy y el resto la semana que viene).

Después de unos interminables, rutinarios y desesperantes seis meses de teoría, eso sí, de EBE, llegaron las ansiadas prácticas en ambulancia UVI móvil. Un mes aproximadamente.
Aún recuerdo ese primer día... No me lo podía creer. Mi tutora era aquella ex pareja que me abandonó en segundo curso de enfermería cuando ella estudiaba tercero. Su despedida: necesito algo mejor. Rebotó en mi memoria. Ya se a qué se refería: algo mejor físicamente hablando. Su recién estrenado marido bien podría ser portada de alguna revista. O algo mejor profesionalmente: su marido era el médico del equipo con el que tendría que compartir mis 24 horas siguientes. Qué bien.

jueves, 16 de mayo de 2013

Mamá (parte II) - Mis primeras prácticas


Si mientras el resto de alumnos estaba nervioso por conocer el destino de las prácticas (una UCI, quirófano, urgencias...) yo lo úncio que deseaba es que no me tocase la planta de mi madre.

A estas alturas, no es necesario que os diga que mis deseos no se cumplieron. El día previo a la incorporación ya recibí una serie de recomendaciones maternas: vente limpito, afeitadito, el uniforme bien planchadito, trae tu boli de 4 colores, tu libreta, un fonendo, unas tijeras, rotulador…

Allí estaba a las 08:00 horas en punto. Más que un estudiante de enfermería parecía un representante de ortopedia con un fonendo, tijeras y esparadrapo ocupando los múltiples bolsillos de mi uniforme (bien planchadito).

Me sorprendió. En lugar de mi madre me encontré con Antonia, la auxiliar. Sin más le dijo a sus compañeros: “Dejadme a este a mí hoy, que le voy a enseñar la enfermería pero desde cero, desde donde se tiene que empezar la enfermería”.

jueves, 9 de mayo de 2013

Nuevos protocolos de priorización (o cómo aguanté a tres salvajes ayer)


Tres maris, rectifico, marujas, acomodadas en la sala de espera junto a la máquina expendedora, llamaron mi atención desde el primer momento.

La maruja 1 o maruja enferma “moribunda”: “Qué vergüenza. Aquí muriéndonos y nadie nos atiende, sin tomarme las pastillas de la tensión, del azúcar y de los dolores y lo peor, sin hacerle la comida a mi marido”.


Maruja camello o traficante o farmacéutica: “No te preocupes aquí tengo las pastillas de mi madre tómatelas”.

Sin más sacó un tarro de cristal repleto de pastillas sueltas a modo de caramelos: “Toma esta larga, creo que para la tensión, la redonda grande para el dolor y esta chiquitilla blanca para el azúcar”. 

jueves, 2 de mayo de 2013

Mamá (Parte I) - ¿La peor novatada? Sin duda, la de mi madre


Primero de enfermería, y más concretamente, el día de las novatadas: debíamos beber de una bolsa recolectora de orina, en lugar de dicho producto de desecho, la bolsa contenía cerveza y encima fresquita;  debíamos hacer lo mismo de un drenaje quirúrgico que contenía vino tinto en lugar de sangre; y finalmente, de postre, comer de un pañal, lo que en principio parecía mierda, en realidad era chocolate.

A algunos nos colocarían esos mismos pañales de adulto y nos pasearían  por los alrededores.  Más que una novatada, me pareció una fiesta gratis. Recuerdi que la peor parte se la llevó aquella compañera que gritó: “Por favor, no me deis cerveza estoy a dieta”. Se cebaron con ella.

Sobre mí, rápidamente se posaron las miradas, en principio,  de dos compañeras de tercer curso a las que se sumaron, posteriormente, dos más de segundo. Miradas acompañadas de carcajadas. Mi Yo Interior (MYI), por aquel entonces un embrión inmaduro, procesó la información erróneamente: Has ligado… y con cuatro. No podía ser, había ligado y encima ellas se aproximaban. Los nervios se apoderaron de mí, las lágrimas casi nublaban mi vista… 

martes, 23 de abril de 2013

Ken


Anoche atendimos en urgencias unas cejas perfiladas, unas orejas adornadas por sendos pendientes de diamante o imitación, numerosos tatuajes de letras chinas, un caballo alado, un dragón… dibujado todo sobre unos músculos tonificados,  posiblemente esculpidos por Miguel Ángel, rociados por un perfecto y  dorado bronceado sospechoso para esta época del año, y todo ello, pegado al más puro estilo de Mr Potato, en un cuerpo inconsciente con una frecuencia cardiaca de 150 pulsaciones por minuto (lo normal de 60 a 80), unas  pupilas midriáticas (dilatas), síntomas que a priori hacían sospechar de un pasote de coca y/o similares.
 
Nos lo traía la ambulancia UVI móvil envuelto en la manta térmica, la típica manta dorada que vemos cubriendo los cuerpos inertes en los accidentes de tráfico. Pero más que un paciente, parecía Ken, el novio de Barbie, envuelto en papel de regalo.

Ante este paciente, MYI (mi yo interior) y yo  nos vimos obligados a hacer lo primero que hay que hacer en estos casos: avisar a mi compañera Encarni. Encarni fue abandonada por su novio después de siete años de relación, y con un piso de tres dormitorios, zona comunitaria con piscina y muebles, de los buenos por supuesto, pendientes de estrenar. 

viernes, 19 de abril de 2013

Mi primer fallo profesional


Cuarto día de trabajo y sobre mis espaldas una experiencia profesional de tres. Aún no asimilaba los diferentes protocolos, procedimientos y demás menesteres de esa dichosa unidad de cirugía donde me estrené. Aquello era mucho pedir a un recién diplomado enfermero.

Pero eso no era lo peor. Mi infierno particular era mi nueva compañera, una perra mala del infierno, cuya única finalidad era putearme a base de bien. No me molestaba que continuamente me examinase, no me importaba que me dejase en ridículo ante pacientes y familiares, incluso soportaba su desagradable voz de pito, parecida al silbido de delfín Flipper. Lo que peor llevaba era esa especie de hobby: me hacía oler todo debido a que ella no tenía olfato, según me comentó, por una determinada enfermedad.

miércoles, 10 de abril de 2013

Semáforo rojo


Aquel nuevo destino profesional, a unos 60 kilómetros de distancia, nos exigía compartir vehículo. Siempre que me tocaba conducir a mí, la pregunta era  la misma: “¿Por qué te paras a tanta distancia del semáforo en rojo?”. Y es cierto, veía el semáforo en rojo y casi instintivamente frenaba exageradamente antes, incluso a unos cien metros antes de lo habitual.

Ese día, tras la ya casi obligatoria y protocolizada pregunta, me dispuse a sincerarme.
Para lo cual tendría que remontarme a diciembre de mil novecientos noventa y tantos. Aquella mañana fría y después de un turno de noche, me dieron la buena nueva: yo cobraría mi paga extraordinaria al igual que el resto, y por primera vez en mi vida.

miércoles, 27 de marzo de 2013

Disfraces


Desde las 08:30 horas  he tenido que hacer uso del disfraz de torero, capotazo al familiar de la 801, verónica al de la 803, media verónica al de la 809…y es que no me puedo parar a responder preguntas tan transcendentales como: “Niño, una dieta de 1500 calorias ¿qué es?”, “Oye, mi madre es la única que no levantáis al sillón ¿eso por qué es?

MYI: Quizás señora porque su madre es la única que tiene un pedazo de infarto al corazón de tres pares de cojones?

Niño, ¿me darán el alta hoy? Niño, ¿la televisión que es por dinero o de gratis? Niño qué me ha dicho el médico ¿qué tengo un trompo en las venas? (un trombo señora, un trombo). Niño, ¿el aire qué va por las venas o por las arterias?

Queridos pacientes y familiares voy disfrazado de torero, no de niño, ni de Wikipedia. 

jueves, 21 de marzo de 2013

Perros y pollos


Un día de perros y pollos. Pero no perros cualesquiera. Perros pitbull con rabia (PPR). El PPR se caracteriza por cortarte el paso levantar el dedo índice acusador y soltarte frases alentadoras tipo: “Cómo le pase algo a mi mamá te saco un ojo”. Por otra parte, el paciente pollo, pero tampoco un pollo cualquiera: polluelos en el nido (PN). Y qué hace un PN: piar y llorar: “Ay ay ay cuándo se me va a quitar el dolor, ayyy que no le pase esto a tu madre, ayyy pero ayyyy…”.

Me duele la muñeca de tanto girarla para mirar la hora: “Las 20:00 horas”  (solo dos para salir).

Y qué es lo que no quieres en un día de perros y pollos: un paciente toca cojones/ovarios PTC/O. El PTC/O, que al igual que la narrativa clásica, consta de:

Introducción: siempre comienza por un “Yo no quería venir pero…”.

jueves, 14 de marzo de 2013

El tercero de la cuarta


Ingresó acompañado de su esposa, una enfermedad terminal y un halo de misterio que provocaba en unos rechazo, en otros respeto y en mí, simplemente miedo.

En aquellos años de bonanza sanitaria se procuraba una habitación individual a los pacientes en su situación. Se les permitía incluso acomodarla, decorarla a su antojo. Algo de lo que se ocupó su esposa multiplicando, si cabe, el rechazo, el respeto y en mí, el miedo, que se convirtió en terror; y es que de un lado el propio paciente, con sus ojos ni cerrados ni abiertos, con una mirada a la vez profunda a la vez inexpresiva, como los de una muñeca de porcelana. Nunca hablaba, nunca respondía, solo observaba.

De otro lado, esa decoración…La esposa se afanaba, infructuosamente, en amortiguar ese olor a muerte con un ambientador a rosas frescas que también hacía las veces de desodorante sobre el propio cuerpo del paciente. Resultaba tétrica la decoración de la cabecera de la cama: un centenar de estampas, fotos y reliquias de santos, vírgenes, cristos, monjas… 

viernes, 8 de marzo de 2013

Idiomas


Hoy se ha incorporado una nueva enfermera en nuestro servicio. El supervisor ha tenido a bien enseñarnos su curriculum: mil y pico publicaciones y trabajos científicos; varios capítulos en libros de gran difusión y revistas de enfermería de gran impacto; doctorada, expertarizada, masterizada, pasteurizada…

Ha desempeñado su labor en servicios punteros: uci de grandes hospitales, unidad de quemados de referencia nacional, quirófanos de cirugías que yo no he visto ni en la tele…

Es resolutiva, agradable. Es hasta guapa, huele muy bien a pesar de llevar horas currando, formal, empática…

Es la enfermera que todos los enfermos quisiéramos tener, es la enfermera de anuncio de colegio de enfermería, anuncio de sindicato de enfermería, anuncio de seguro de responsabilidad civil de enfermería. 

viernes, 1 de marzo de 2013

Limpio 100%


Hoy es un día importante, casi histórico podríamos decir. Hemos podido ver un paciente limpio 100%. Un paciente limpio 100% tiene tres tipos de ropa: la de diario, la de domingo y la de ir al médico. Este tipo de paciente además de correctamente aseado acude perfumado. El máximo ejemplo es aquel paciente que cuando se descubrió para ser explorado, de su ropa interior prendía aun la etiqueta de compra. Limpio, aseado, oloroso y encima, estrenando su ropa interior. Las lágrimas se me han saltado. Este paciente en peligro de extinción debería estar protegido, anillado como el águila imperial, o con un localizador gps como el lince ibérico. Este tipo de paciente también se conoce como PTA (paciente tiene abuela) y es que responde perfectamente a esa frase: “Padre mío, cuando salgas siempre lleva los calzoncillos limpios por si te pasa algo”.

En contraposición: el paciente guarro 100%. Máximo ejemplo es aquel paciente joven, de 35 años, que acude a urgencias por dolor testicular de 5 días de evolución. Cito textualmente: “Se ma inflamao un cojón“. Acudía desde su domicilio y a parte de agasajarnos con un penetrante olor queso añejo y urinario de pub en sábado noche, visualmente nos regaló su ropa interior “decorada “ con unas gotas de fanta de limón por delante y una rayita de canela por detrás. Este paciente cada vez más en auge también se denomina PNTA (paciente no tiene abuela).

miércoles, 20 de febrero de 2013

Limpio y descargao


En aquella unidad, la muerte era tan frecuente como el reparto y la administración de medicación, lo que nos obligó a formarnos en el apoyo a familiares en situación de duelo.

Se creó un equipo cuyo nombre no recuerdo: equipo de atención al duelo, o equipo de afrontamiento del duelo, el duelo y yo... No se, lo que si recuerdo es el primer caso en que actuó el súper equipo del duelo. Nos convoco el doctor responsable, y allí, en su despacho, de una parte el médico, el psicólogo y el enfermero (encarnado en mi persona), de otra las dos hermanas del cuasi difunto paciente.

El médico, en tono solemne se dirigió a las hermanas:

-       Siento informales que la situación de su hermano Antonio es muy grave.

Una de las hermanas se incorporó,  se inclinó hacia el médico y con voz no menos solemne:

-       Lo se doctor, lleva ya tres días sin cagar. 

jueves, 14 de febrero de 2013

Gases hípicos


Acudió a urgencias ataviada con ropa de equitación. Físicamente perfecta a sus casi 50 años. Eso sí, a golpe de talonario y bisturí. Se había caído de Humberto y se quejaba de un dolor de rodilla, según refería, “insufrible para una dama”. 

Se vio obligada a conducir ella misma su Porsche Cayenne, ya que el chofer estaba en otros menesteres. Usaba frases añejas tipo: “no sabéis con quien estáis hablando”, “mi marido es tal…”

El médico le indicó se subiese a la camilla de exploraciones y al realizar ese mínimo esfuerzo se escapó. Fue una sola emisión. Corta , fuerte, contundente. De nada sirvió que la glamurosa amazona intentase camuflarlo con una tos. El olor se apoderó en escasos instantes del ambiente.

jueves, 7 de febrero de 2013

Paciente Kit Completo


Para considerar a un usuario del servicio de urgencias como Paciente Kit Completo (PKC) se deben cumplir unas premisas básicas: el paciente propiamente dicho, el acompañante que toma la palabra, la bolsa de plástico (opcional) y objeto, animal  o cosa origen y/o justificante del motivo de consulta.

El PKC por excelencia es el oral: “Mi marido, que lleva tres días vomitando”.  El marido no habla, se limita a  hacer el quiero y no puedo: balanceo continuo hacia delante y hacia atrás, boca abierta con intentos frustrados de vomitar. El momento cumbre del PKC oral se produce cuando la señora saca de una bolsa de plástico una toalla correspondiente al ajuar de boda con un lamparón y tropezones alimenticios adheridos  y secos. Si yo la creo señora, no hace falta esa toalla de los años 60 redecorada, pero he de reconocer  que últimamente me he vuelto un poquito cabrón, me gusta compartir, y le digo: “Señora, guarde usted esa toalla y enséñesela a doctor, es importante que la vea”.

miércoles, 30 de enero de 2013

11 Farys, 26 Julioiglesias


En urgencias, la sala de clasificación es la consulta donde la enfermera recibe, acoge y asigna una prioridad asistencial en función de la gravedad del paciente (clasifica).

Prioridad 1 (P1): está mu malo, casi muerto.
Prioridad 2 (P2): está mu malo y puede morirse.
Prioridad 3 (P3): está malo.
Prioridad 4 (P4): está malito.
Prioridad 5 (P5): viene a urgencias a dar por culo.

Y allí me encontraba, por primera vez en esa sala de clasificación. a las 08:10 horas ya tenía varios pacientes pendientes de clasificar: un dolor abdominal, una cefalea… El acúmulo de pacientes iba creciendo de forma directamente proporcional al número de quejas de los médicos: “¿Cómo puedes clasificar un dolor abdominal con fiebre con una P4? ¿ A quién se le ocurre? blablabla…”.

Paco el celador, que llevaba trabajando aquí desde que era chiquitillo, se apiadó de mi y haciendo honor a su principal afición, la canción española, decidió echarme un cable a su manera:

jueves, 24 de enero de 2013

Un abuelo que ya descansa...


Aunque no importe la hora, eran las 3:30 horas de la madrugada. Los gritos desesperados de dos mujeres nos alertaron a todos, que salimos inmediatamente a la entrada. En la parte trasera de una furgoneta, mal envuelto entre mantas, un anciano de 93 años.

“Esta muy grave salvadlo, salvadlo”.

“No se puede morir, no se puede morir”.

En la sala de críticos el médico pudo concretar que no estaba grave, que no sufría ninguna  enfermedad, ningún proceso reversible. Lo que estaba aconteciendo era un proceso natural: la muerte. El gesto agónico del anciano había borrado de un plumazo su inicial gesto de dolor.

Y en este caso, lejos de llevar acabo un encarnizamiento terapéutico: pinchazos, sondas, analíticas, conectar a un respirador artificial… se deja que sigua el proceso natural porque no hay nada que hacer, porque ya no se puede hacer nada.

miércoles, 16 de enero de 2013

Se cómo se siente Cecilia Giménez


Pongamos que se llama Ana, que tiene 89 años, que se encuentra ingresada en un hospital que, de momento, y a día de hoy, sigue siendo público.

Ana esta mañana está más nerviosa de lo habitual, esa tarde, y después de cinco días de hospitalización recibiría la visita de sus hijas y nietas.

Cada vez que entraba en la habitación fijaba la mirada en el bolsillo delantero de mi uniforme. Lo interpreté como intentos frustrados de leer mi nombre escrito en la tarjeta identificativa que colgaba de dicho bolsillo, así que se lo dije, pero la cara indiferente de Ana me dio a entender que me confundía.

jueves, 10 de enero de 2013

La Abuela cebolla


A las 23:35 horas hace acto de presencia una abuela en camilla. La primera impresión: una abuela cebolla. Y es que mi yo interior (M.Y.I.) hace una clasificación física y psíquica de las abuelas:

Clasificación física. Es necesario aclarar previamente que las abuelas tienen el mismo fondo de armario en enero que en agosto, da igual que vayan a la conquista de la Antártida o de vacaciones al Caribe, siempre visten igual.

Buena muestra de ello es el  ingreso que nos ocupa, que en pleno agosto cumple el primer requisito para ser abuela cebolla: primera capa: una bata de Boatiné (imprescindible negra o azul marino); segunda capa: rebeca de lana negra o azul marino; tercera capa: jersey, que puede ser blanco, azul o negro; cuarta capa: combinación, viso o saya, sí, esa especie de refajo a modo de camisón; quinta capa: camiseta interior de manga larga; sexta capa: sujetador color visón (imprescindible imperdible con: medalla de la milagrosa, una llave y una medalla con el rostro serigrafiado de su difunto marido). Esta sería la versión cebolla Basic.

jueves, 3 de enero de 2013

El primer nacimiento del año


Esta Nochevieja, en turno de noche, me ha tocado encargarme de los postres, eso sí, bajo las directrices de la organizadora de la cena hospitalaria: “Sobre todo trae chocolate”.

Tras los aperitivos, los primeros y los segundos, llegó la hora de los postres. Rondaban ya las 23:15 horas, y entre turrones de chocolate, bombones de chocolate, flan de chocolate y tronco navideño de chocolate, fuimos interrumpidos por la llegada de un paciente que se auto diagnostica de infarto de miocardio: “Me muero, que tengo un infarto, me muero”.

Y es que justamente un dolor en epigastrio (en la boca del estómago) bien puede ser síntoma de un infarto o de patología más banal. Todas las pruebas diagnósticas (electrocardiograma, constantes, analítica) dieron resultados normales, excepto una. Descartado el infarto de fin de año, la radiografía de abdomen cambió el diagnóstico de dolor torácico por dolor abdominal, de infarto a mojón alojado ocupando casi la totalidad del intestino.