Izquierda, derecha, adelante, atrás… En
mi vida había visto maniobrar tanto a una ambulancia en la puerta de urgencias.
Hasta que consiguió enfrentar la puerta trasera con la entrada principal. El
conductor, si llevase una vara, bien hubiera podido pasarse por pastor en los
sanfermines, pero al abrir la puerta más que un toro saltó una lagartija.
Un joven de unos 25 años, ataviado con
una camiseta blanca de tirantes, pantalón de lino negro y por zapatos una
especie de manoletinas. Hizo unos aspavientos, patadas y puñetazos al aire, que
pasaron totalmente desapercibidos por el personal. Para llamar la atención
decidió entonces lanzar una silla de ruedas sobre admisión de urgencias, la
administrativo que llevaba toda la mañana lamentándose de su analítica de
rutina con bajos niveles en hierro a partir de este momento podía dejar de
estar preocupada, la mencionada silla poseía
la suficiente cantidad de hierro como para subir los valores sanguíneos a
parámetros normales, y es que literalmente se la trago entera.
Entro entonces en acción el Real Cuerpo
de Celadores, respaldado por personal de seguridad, consiguiendo reducir al
lagartija, coincidiendo ese momento con la entrada de la madre del escuálido
reptil, que vociferando ordenó la inmediata liberación de su estimado, inocente
y pacífico hijo.
Al acercarse recibió una brutal patada tipo kárate en la cara, no sólo
le colocó el maxilar inferior de peineta, además le salto varias piezas
dentales. Las risas del lagartija solo podrían ser acompañadas por las del
dentista, que sin duda, hoy haría su agosto.
El Real Cuerpo de Celadores entro de
nuevo en acción reduciendo una vez más al buen hijo. En esta ocasión sobre una
camilla y contención física en 5 puntos, esto es, sujeto de pies, manos y
cintura.
Se asignó este elemento hostil al Doctor Libro que se había ganado este apodo no solo porque llevase
incrustado un manual de urgencias, de manera permanente, en su axila izquierda;
no solo porque oliese al plástico del forro de libro que se coloca al inicio
del curso escolar, no solo porque siempre ante cualquier paciente espetaba: “Estamos ante un… de libro” sino también,
y esto es lo que más me jodía a mí, porque sus ordenes médicas eran siempre de
libro: ”enfermero administre 1mgr / kg de
peso del paciente/a pasar en 4 horas sin sobrepasar los 70mgr es decir las 7000
UI”. Y yo parecía un espectador en
un partido de tenis giraba el cuello y miraba al medico para girarlo de nuevo
en sentido contrario hacia el medicamento que simple y pobremente recogía en su
etiqueta el nombre del medicamento y 10 ml, para nada eso de 1mgr por Kg de peso.
Me olvidaba, también se llamaba Doctor Libro porque seguía al pie de la
letra las indicaciones de su manual y en este caso concreto el capítulo 75: Manejo en urgencias del paciente agitado.
Cuyo primer escalón indicaba, antes de la sujeción física, la negociación con
el paciente, concretamente el puto manual indicaba llevar a un karma neutral.
Por tanto se avisó otra vez al cuerpo de celadores, que liberaron al paciente. En
ese mismo instante, lanzó una patada que ni rozó al licenciado, saltó de la
camilla y abrazo amenazante por la espalda a la auxiliar, era el llamado abrazo
koala. El médico gritó: “Estamos ante un
apaciente agitado de libro”, el koala dejó de serlo para convertirse en una
canguro preñada, para lo cual estiró al máximo su camiseta y se la pasó por
encima a la auxiliar.
Ante el fracaso del primer escalón
pasamos al segundo que curiosamente era la contención física, para lo cual se
llamo de nuevo a los celadores que acudieron una vez más para contener al paciente
bajo sujeción 5 puntos.
El siguiente escalón, temido por mí, era
administrar conjuntamente benzodiacepinas para sedar tipo midazolan y
neurolépticos tipo haloperidol para controlar la hiperactividad, concretamente
1mg/kg del primero par lo cual se diluye una ampolla de la presentación 15mgr
en 3 cc en 12 cc de suero fisiológico más 5mgr del segundo sin superar en las 24 horas
los 30 mgr. Mientras buscaba la calculadora de mi móvil no reparé en que estaba
rodeado por eruditos: de un lado la enfermera conocida como la Wikipedia (sobran las explicaciones del por qué)
defendía su postura: “esto es un brote
psicótico”; rebatida por la opinión médica: “no, esto es paciente agitado mientras no se descarte causa somática”.
“Más que un brote pa mi es un tabardillo”,
afirmaba la auxiliar con la cara aun roja y con las marcas verticales de la
camiseta.
Se reía el Doctor
Libro, y es que se me olvidaba otra cuestión que justificaba su apodo,
corregía a todo el mundo su forma de hablar, en esta ocasión a la auxiliar: “tabardillo, eso no se usa ya ni en la Real
Academia”. Siendo esta una coletilla constante en todas sus correcciones.
El coloquio se vio interrumpido por el
lagartija que dejó de escupir para aclararnos las ideas: “Yo lo que tengo es el brote Bruce Lee y como dé un “brote”
de la camilla os muelo a palos”.
Hoy el Doctor
Libro ha aprendido algo. Alguien, aprovechando el único momento en que
abandona su manual (ir al servicio para buscar el karma neutral) ha añadido, a
boli, un nuevo capítulo al índice, el cual cito textualmente: Capitulo 88. Como tratar el brote Bruce Lee.
(importante: nunca quitar la contención física). Autores: esto no lo dice la
real Academia sino el Real Cuerpo de Celadores. Bibliografía: muchos años
trabajando y bregando. La próxima vez a lo mejor tardamos un poquillo más en
acudir.
Yo también he aprendido algo. Lejos de
ser la dosis de midazolan o de haloperidol, he aprendido que los celadores son
los que mandan en el hospital, para mí, desde hoy, El Real Cuerpo de Celadores.
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