Bajitos, redonditos, de chapetas
sonrosadas… Una entrañable pareja de ancianos, que bien podrían pasar tanto por
su aspecto como por su ternura por dos figuritas del portal de Belén, el
pastorcillo y la viejecita que alimenta a los pollitos, acudieron esa mañana a
urgencias. Aunque el paciente era él, la palabra la tomó ella:
-
Mi
marido que sigue con el picor en el culo por las lombrices, el tratamiento que
le mandó el doctor no le ha hecho efecto, entonces le he puesto una trampa.
Hice caso omiso a lo de “la trampa”, y
directamente en motivo de consulta, indiqué: “picor perianal”. En otros datos
de interés: “no responde a tratamiento médico”. Con estos datos en la pantalla
del ordenador entraron en la consulta del doctor.