Después
de hablar con amigos blogueros, todos coinciden en la misma cuestión:
escribir un blog, sea de la temática que sea, es compartir algo personal con
aquellos que te leen. Después de un año escribiendo, quizás sea el momento de
explicaros por qué odio el trabajo en el
servicio de quirófano.
Una
fría mañana de enero me incorporé al servicio de urgencias. Nada más llegar, la
supervisora me ladró:
-
Guau,
guau, vete al quirófano.
-
¿Al quirófano? ¡Nunca he estado en
quirófano!
-
Necesitan un enfermero, te vas y
punto.
Al
llegar me encontré con un rinoceronte que portaba una identificación con la
leyenda escrita en su bata: supervisor de
quirófano. “Ponte el uniforme verde y
vete al quirófano 1”. De nada sirvió que le dijese que no tenía ni idea de
cómo se trabaja en un quirófano.
La
pregunta del cirujano no se hizo esperar:
-
¿Sabes lo que hay que hacer?
-
No tengo ni idea.
Tras
vociferarme y perdonarme la vida (gracias, oh señor dios de los cirujanos) me
espetó que me quedase en un rincón y no me moviese hasta nueva orden. Lo tenía
claro, si perdía mi empleo podría ganarme la vida en la calle como estatua
humana: desde la 09:00 hasta las 12:00 horas no me moví ni un milímetro, y creo
que solo pestañeé en una o dos ocasiones.
A
las 12:30 horas me hizo un gesto con la cabeza para que me acercase, claro, no
podía hablar, después de gritarme tanto se quedaría afónico. Busqué la mirada
cómplice de la enfermera, pero no obtuve respuesta.
El
olor a carne quemada que desprendía el bisturí eléctrico al entrar en contacto
con la piel y posteriormente la imagen de del cirujano rebuscando entre las
tripas de la paciente hizo que
rememorase los documentales de animales de La 2: el cirujano en el papel
de tigre comiéndose a su presa y la enfermera como la paciente hiena, ansiosa,
esperando dar buena cuenta de los restos.
El
picor se extendió por mis piernas, tórax, cabeza, ojos. Una especie de zumbido
de oídos tipo piiiiiiiiiiiiiii, me
dejó sordo.
Me
despertó un olor agrio, estaba en una cama, una cama de la reanimación de
quirófano. Sí, me había desmayado y el olor agrio provenía de mi cuello, me
había vomitado encima, pero esto no era lo peor. Carecía de ropa de cintura
para abajo. Sí, había sufrido relajación de esfínteres, me había meado encima.
No
sé si queda claro por qué odio quirófano. Lo que sí tengo claro es que ni a determinas
razas de perro, ni a los rinocerontes, ni a los tigres, ni las a hienas
deberían permitirle trabajar en un quirófano y mucho menos a enfermeros sin
experiencia en el servicio.
Está claro que para según que profesiones y/o especialidades, hay que nacer...
ResponderEliminarEso es cierto Noelia yo he nacido oa ser antiquirofano...
EliminarJa ja ja ja ja ja
ResponderEliminarYo no habría aguantado ni dos minutos....
Pies mas o menos como yo jajaja
EliminarEsta visto que lo tuyo no es el quirófano!! Jijiji
ResponderEliminarJajaja no lo nombres que me desmayoo
ResponderEliminarPero no te gusta tu profesión o sólo odias eso? Que te gusta de ser enfermero
ResponderEliminarPero no te gusta tu profesión o sólo odias eso? Que te gusta de ser enfermero
ResponderEliminar