martes, 12 de junio de 2012

Observación

Hoy a observación, servicio anexo a urgencias, si entre el cielo y la tierra esta el limbo, entre urgencias y el ingreso en una planta de hospitalización se encuentra observación.

Aquí se “acumulan” los pacientes que no están tan graves como para ingresar ni tan sanos como para irse a su casa.

Atenderé, cuidaré, y cómo no, observaré a diez pacientes acostados en sendas camitas separadas unas de otras por cortinas ampliamente decoradas por restos biológicos. Es inevitable rozarte con ellas cuando acudes a atender a un paciente. De los primeros roces sospeché que las cortinas eran de plástico. Nada más lejos de la realidad, estaban confeccionadas en tela pero las continuas salpicaduras le confieren cierto tono brillante y las han convertido en material impermeable.

Me doy cuenta, después de hacer la media aritmética de las edades de los pacientes (88,9 años), de que esto no es ni observación, ni el limbo y de que yo no soy enfermero. Me he convertido en paleontólogo y todo lo que me rodea es patrimonio histórico de la humanidad. El mayor de los pacientes 104 años y la niña 82.

La niña con diagnóstico: sospecha de melenas (heces negras, viscosas y malolientes debido a la presencia de sangre degradada proveniente del tubo digestivo); no para de quejarse a pesar de los analgésicos y teniendo en cuenta que la sensación de dolor a estas edades esta tan abolida como el deseo sexual, cuando un abuelo se queja de esta forma no es ni por asomo para tomárselo a broma. Llamo al medico de guardia y por la voz, mierda,  creo que es el niñato, un médico nuevo, nuevo, nuevo, prepotente y que va de listo sin tener ni puta idea. Pienso que por muchos años que trabaje, siempre será nuevo, ni siquiera llegará a seminuevo, ni a kilómetro cero.

Ya está aquí y dan ganas de tirarle un bote de suero a la cabeza, pero dudo que le haga daño: viene protegido por una gruesa capa de gomina Giorgi extrafuerte número 5 efecto mojado. Como mucho solo conseguiríamos romper el bote de suero y mancharle la camisa con sus iniciales bordadas o sus pantalones vaqueros azules años 80 subidos por encima del ombligo o sus zapatos tipo castellanos de doble borla color corinto de piel boxcalf rectificada.

Conmigo se puede permitir ciertas diligencias, yo también soy nuevo, pero con mi compañera que lleva aquí desde antes de que el niñato aprendiese a controlar sus esfínteres, no lo permito.

Hace lo que hay que hacer en estos casos: un tacto rectal. Coge un solo guante. El látex de los guantes no es ni por asomo tan fuerte y flexible como el de un profiláctico, de ahí que los médicos ante estas situaciones se calcen doble guante, con tal objetivo le presento la caja. Suelta una carcajada y chulescamente me señala que no va a meterle las dos manos por el culo.

Antes de darle explicaciones mi compañera me propina un puntapié directo a la espinilla; capto el mensaje, no doy explicaciones.

Procede a realizar la, para la paciente, desagradable técnica  y tan pronto como entra el dedo sale, confirmando no sólo el diagnóstico: melenas, también la debilidad del látex.

Si en algo coincidimos los tres es en esa cara de asco ante ese dedo lleno de mierda desde la punta hasta la base.

Hoy he aprendido dos cosas:

-          En esta profesión, y pienso que en todas, no se puede ir de listillo porque hasta para meter un dedo en el culo hay que saber.

-          Nunca imaginé que costase tanto quitar el olor a mierda de un dedo; ha gastado todo el gel del dosificador, todo el rollo de papel, el betadine jabonoso, varias gasas y aun sigue oliendo igual: a mierda.

Espero que él recuerde también estas dos cosas, al menos el tiempo que tarde en desaparecer ese desagradable olor de su dedo.

4 comentarios:

  1. Por suerte, estas cosas pasan. Quizá con menos frecuencia de lo que debieran, pero sirven para poner a todos en su sitio, ejejeje.

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    1. Los listillos abundan por todos lados y ciertamente los escarmientos son poco probables asi que festejemos al menos esta jijiji

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  2. Soy nueva en el blog, vengo recomendada por un amigo y me encanta.
    Nunca viene mal un escarmiento a estos listillos, hace poco en urgencias de maternidad de esta misma ciudad, tuve el placer de encontrarme a una ginecóloga de no más de 30 años bastante borde y maleducada, espero que algún día también tenga su escarmiento.
    Saludos.

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    1. Hola bienvenida, me alegra que te guste. Yo tambien espero que esa ginecóloga tenga su merecido y que cuando llegue estemos alguno de los dos ahí para disfrutarlo y documentarlo.
      saludos.

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