martes, 26 de junio de 2012

Valentín returns

El 1 de agosto comenzaba sus vacaciones el vigilante, el de siempre, su sustituto no podía ser otro: Valentín Jenaro, no lo había vuelto a ver desde aquel día. La pesada, cruel, inhumana broma que le gastamos le costó un subidón de tensión arterial, un ingreso en observación y una mini baja laboral.

Quise disculparme pero quizás después de tanto tiempo no tendría sentido, y así fue, zanjó el tema con una forzada sonrisa y una palmadita en la espalda.

La noche avanzaba como cualquier noche de verano en una ciudad de interior: calurosa, aburrida y lenta, hasta que a las 04:15 horas nos visitó un paciente. Llamaba la atención su calva reluciente y un tatuaje bastante chabacano, vulgar, casi macarra, en su cuello. Quizás por todo su voluminosa mochila negra pasaba desapercibida.


La pregunta de siempre: ¿qué le pasa?; no obtuve respuesta, aparté  la vista del ordenador.

Mi Yo Interior (M.Y.I.): “Malo, malo… gasta cuidado padre”.

La mirada, del paciente, pérdida y fija en el extractor de aire del techo, la boca abierta.

Repetí la pregunta y esta vez con más suerte obtuve respuesta: “Dios y mi madre, que está en el cielo, me hablan”.

M.Y.I.: “Mierda, mierda, mierda un zumbado a las 04:15”.

-      ¿Y qué te dicen?

Violentamente se incorporó, me señaló y con voz de poseso diabólico me respondió:

-       Que te mate.

04:17:15 seg. Pulso el botón anti pánico (un dispositivo que se encuentra debajo de la mesa, al presionarlo se activa una alarma solo audible por el personal de seguridad que acude al lugar de conflicto).

04:17:23 seg. Aprieto el botón anti pánico fuertemente.

04:17:33 seg. Golpeo violentamente  el botón anti pánico.

04:17:39 seg. Reviento el botón anti pánico.

-       Ja, ja, ja…

Una risa satánica:

-       El vigilante no puede hacer nada por ti.

Veo la muerte, veo toda mi vida pasar, veo el túnel y milagrosamente recuerdo el curso de resolución de conflictos, las pautas son claras: si el paciente se levanta, levántate, dale opciones, negocia, voz firme, mira a la cara…

Me levanto, lo que violenta aun más al paciente que de un brusco golpe coloca sobre la mesa la mochila.

Veo pizcos de colores, aumenta el temblor de piernas, creo que me voy a desmayar…

Abre la mochila y veo la porra del vigilante, sin duda ha muerto, sigue buscando y saca un cuaderno en la primera página un muñeco de “inocente inocente” torpemente dibujado. Desde detrás de la cortina de la consulta sale el vigilante, está vivo, ha grabado todo el episodio en su móvil.

Ciertamente el paciente vigilante y compañero de Valentín  acudía a urgencias, tras terminar su servicio, pero por otro motivo.

Hoy tengo claro tres  cosas:

-          Estoy deseando que llegue el año que viene para apuntarme otra vez al curso de resolución de conflictos así podré cagarme en el profesor, en su puta madre, en su puto padre…

-          El vigilante no puede ser tan buen actor, está loco de verdad.

-          Venganza.










3 comentarios: