lunes, 23 de julio de 2012

El roal

Una alfombra roja”, contesté a la pregunta del director.

Por esa época jugaba a ser supervisor de urgencias en funciones a la espera de que se incorporase el autentico y genuino profesional que se encargase de estos menesteres.

Siempre era lo mismo: qué recursos materiales precisa urgencias y daba igual lo que se necesitase por que nunca llegaba. Eso sí, la petición debía ajustarse a un protocolo insufrible de interminables apartados: justificación, objetivos, presencia en otros centros, mejoras para el usuario, precios…

“¿Una alfombra roja? ¿Para qué? ¿Es que no sabes lo que necesita tu servicio?” Me preguntó en todo diabólico el director.

 -       Para cuando nos visite Ricardo alias “el roales” - respondí.

Y es que el sábado anterior  a las 21:30 horas, se personó en urgencias un paciente elegantemente vestido con traje de chaqueta, corbata y sombrero incluido, rondaba los 70 años, y llegó acompañado de una señorita que, al igual que la operadora Jazztel, no exigía contrato de permanencia.

Se presentó y sin mas sacó de un decrépito sobre amarillento un no menos desgastado informe médico  firmado por el jefe de servicio de urología, en el que tras informar de la patología sufrida por el paciente y que le obligaba a portar de forma permanente una sonda vesical conectada a una bolsa de orina, autorizaba la retirada de la misma los sábados por la noche, para satisfacción de necesidades, y recolocación el domingo por la mañana.

Llamó tanto la atención que el médico de guardia se intereso por el caso:

-       Hombre, y perdone, ¿usted como se apaña Ricardo?

-       Pues mire usted doctor, a los 30 años perdí a mi mujer y desde entonces no me he enamorado de ninguna otra, así que para darme un desahogo contrato señoritas que hacen todo  lo que pueden, pero a esta - señalando su entrepierna - le cuesta levantar cabeza.

-       Ja ja ja, abuelo usted no esta para esos trotes y no toma usted nada para endurecer el tema, jajaja.

-       Pues doctor más que tomar, como.

-       Y que come usted.

-       Pues le como a la muchacha el roal para como usted dice endurecer el tema.

El miércoles por la mañana a primera hora el grito ensordecedor del director a través del auricular del teléfono no daba lugar a dudas, estaba encabronado aún no le había adjuntado el informe. “¿Es que no sabes lo que necesita tu servicio?”.

No, le respondí, pero sí se lo que tú necesitas: comerte un buen roal.

Le tengo que dar la razón al sabio Ricardo: el roal endurece, en mi caso la relación con mi director.

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