martes, 4 de diciembre de 2012

¿Por qué odio quirófano?


Después de hablar con amigos blogueros, todos coinciden en la misma cuestión: escribir un blog, sea de la temática que sea, es compartir algo personal con aquellos que te leen. Después de un año escribiendo, quizás sea el momento de explicaros por qué odio el trabajo en el servicio de quirófano.

Una fría mañana de enero me incorporé al servicio de urgencias. Nada más llegar, la supervisora me ladró:

-       Guau, guau, vete al quirófano.

-       ¿Al quirófano? ¡Nunca he estado en quirófano!

-       Necesitan un enfermero, te vas y punto.

Al llegar me encontré con un rinoceronte que portaba una identificación con la leyenda escrita en su bata: supervisor de quirófano.Ponte el uniforme verde y vete al quirófano 1”. De nada sirvió que le dijese que no tenía ni idea de cómo se trabaja en un quirófano.

La pregunta del cirujano no se hizo esperar:

-       ¿Sabes lo que hay que hacer?

-       No tengo ni idea.

Tras vociferarme y perdonarme la vida (gracias, oh señor dios de los cirujanos) me espetó que me quedase en un rincón y no me moviese hasta nueva orden. Lo tenía claro, si perdía mi empleo podría ganarme la vida en la calle como estatua humana: desde la 09:00 hasta las 12:00 horas no me moví ni un milímetro, y creo que solo pestañeé en una o dos ocasiones.

A las 12:30 horas me hizo un gesto con la cabeza para que me acercase, claro, no podía hablar, después de gritarme tanto se quedaría afónico. Busqué la mirada cómplice de la enfermera, pero no obtuve respuesta.

El olor a carne quemada que desprendía el bisturí eléctrico al entrar en contacto con la piel y posteriormente la imagen de del cirujano rebuscando entre las tripas de la paciente hizo que  rememorase los documentales de animales de La 2: el cirujano en el papel de tigre comiéndose a su presa y la enfermera como la paciente hiena, ansiosa, esperando dar buena cuenta de los restos.

El picor se extendió por mis piernas, tórax, cabeza, ojos. Una especie de zumbido de oídos tipo piiiiiiiiiiiiiii, me dejó sordo.

Me despertó un olor agrio, estaba en una cama, una cama de la reanimación de quirófano. Sí, me había desmayado y el olor agrio provenía de mi cuello, me había vomitado encima, pero esto no era lo peor. Carecía de ropa de cintura para abajo. Sí, había sufrido relajación de esfínteres, me había meado encima.

No sé si queda claro por qué odio quirófano. Lo que sí tengo claro es que ni a determinas razas de perro, ni a los rinocerontes, ni a los tigres, ni las a hienas deberían permitirle trabajar en un quirófano y mucho menos a enfermeros sin experiencia en el servicio.

8 comentarios:

  1. Está claro que para según que profesiones y/o especialidades, hay que nacer...

    ResponderEliminar
  2. Ja ja ja ja ja ja
    Yo no habría aguantado ni dos minutos....

    ResponderEliminar
  3. Esta visto que lo tuyo no es el quirófano!! Jijiji

    ResponderEliminar
  4. Pero no te gusta tu profesión o sólo odias eso? Que te gusta de ser enfermero

    ResponderEliminar
  5. Pero no te gusta tu profesión o sólo odias eso? Que te gusta de ser enfermero

    ResponderEliminar