viernes, 9 de diciembre de 2011

Guardia de noche

Son las nueve y poco de la noche me voy al curro, no se lo que me voy a encontrar no se dónde voy a estar lo que se es que los objetivos no voy a cumplir.
Son las 2 y media, voy a comer, engaño a mi estómago:  "come tonto es el almuerzo: tortilla fría, agua fría, noche fría, trabajo frio...".
Son las tres y media. Estudia hijo mío, me decía mi padre, no quites mierdas como yo. Papá no solo las quito, también me las como.
Son las cuatro y media, suena el busca, no estoy dormido, no estoy soñando,  ni siquiera estoy, solo ves mi cuerpo el resto esta fuera, donde no hay  objetivos, donde no hay frio, donde trabajo dentro, fuera, arriba, abajo, izquierda, derecha, no hay objetivos.
Es un pijo, le duele algo, es una parte de su cuerpo que yo no encuentro en el mío, lo único que reconozco es un  olor familiar, algo que yo tomé hace ya mucho tiempo, cuando salía libre,  sin miedo, seguro, tranquilo, sin objetivos. La vida sigue, pero mi reloj se ha parado hace tiempo, todo se mueve pero yo  estoy quieto. Ahora no es uno, son dos. Siempre alguien se salta un stop,  otra vez ese olor familiar, alcohol-tabaco... parece que algo más... papá  está en Marbella... que no se entere...si me vas a dar puntos que no se  note...si me tienes que cortar el pelo ni me toques...voy a vomitar... Ahí  no, ese soy yo, no la bolsa de basura.
Cinco y media, suena el busca, no duermo, no sueño, ni siquiera estoy. Mi  cabeza y mi estómago entran en conflicto a ver quién gana hoy. Ochenta años, no lo aparenta, fuerte, desorientado, agresivo, grita viva franco, no le sujetéis solo los brazos, también las piernas; es demasiado tarde, su pie se  hunde en mi estómago hoy está claro, gana la cabeza por KO. Bajo tan  desorientado como el abuelo, que ahora esta tan colocado como los que  vinieron antes.
Son las seis, suena el busca, no duermo, no sueño, no estoy muerto, le ha  tocado a otro; era joven, cuarenta y pocos y en la lotería de la vida no tuvo suerte, su cuerpo más frio que la comida, más frio que la noche... su mujer  aún no se lo cree busca un cuerpo donde abrazarse... encuentra el mío...  una  vez hace tiempo me abrazaron con esa misma fuerza el objetivo era bien distinto... qué hago, qué digo. Mi voz sale estéril, sin fuerza, dudo que la  haya oído esto no lo enseñan. Bajamos, bajamos, a lo más bajo, a un lugar  mucho más frio, tan frio que da miedo; ahora otro olor familiar me provoca  una sonrisa. Dura poco, no es el forro de los libros de texto del colegio, proviene del sudario, blanco, que dibuja un cuerpo, solo un cuerpo. La mujer aún no lo cree, sola, avisamos a la familia, tarda poco, veinte minutos,  eternos para mí. Llora, no hay consuelo. Esto no lo enseñan.
Son las 7, la noche toca a su fin, pero antes sube, baja, izquierda, derecha, más sangre, esta vez de venas de personas que duermen ajenas a todo, a la vida que hace poco se acabó, al abuelo, a los pijos a todo... que siga así.
Son las 8 y mi uniforme delata, a modo de manchas, la noche: lágrimas en mi hombro derecho, sudor en mis axilas, mierda, del  abuelo, en mi espalda, vómito en mis pies, sangre en mi pantalón. Son las tristes condecoraciones de una noche que yo luzco con orgullo, no necesito cumplir objetivos.
Son las nueve de la mañana, camino de casa, otra noche, otro capítulo, ahora sí, buenas noches. Dedicado a todos aquellos que sin saber de la noche hablan de ella porque de  vuestras criticas destructivas, nace la fuerza para seguir trabajando, eso  sí, de noches.

1 comentario:

  1. De noches como esta sales reforzado, o no.
    Solo si te gusta tu trabajo puedes hacer estas cosas, no hay otra.
    Un abrazo.

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