viernes, 2 de diciembre de 2011

Nadie me entiende...

La raramente tranquila noche de sábado,  en las pequeñas urgencias de un pequeño punto de urgencias cualquiera se truncan,   sin avisar, de repente, por el ruido del derrape de un vehículo que toma,  a gran velocidad,  la curva de 90º grados de acceso a urgencias.
Ya  había hecho el augurio la compañera auxiliar  haciendo gala de sus poderes extrasensoriales: “una noche de sábado que empieza tranquila termina movida”. Amén.
El único celador del turno de noche nos pide ayuda, llego primero, no hago caso de la norma número uno de mi compañera: “en urgencias no se corre”, tampoco de su segunda norma: “en urgencias no se sale a buscar a los pacientes de eso ya se encarga el 061, el paciente que quiera vernos que entre, esta es su casa”, amén.
Me encuentro de bruces con un Volkswagen Polo blanco nuevo, del que salen despavoridas 4 niñas adolescentes mujeres, muy guapas rozando la perfección, pero la más guapa permanece dentro del coche, semi-inconsciente, en sus pies un voluminoso vómito.
La imagen de mi compañera auxiliar, en primer plano y en segundo las bellísimas mujeres me hace rememorar las mejores épocas del telecupón, encarnando, mi compañera  a Carmen Sevilla y las espectaculares niñas –mujeres las azafatas que posaban junto a los bombos.
La paciente en cuestión 177 cm de altura sin tacones, 95-60-90, soy malo para las medidas, es la propia paciente de ojos azules y pelo negro con perfecto alisado japonés, la que se encarga de repetirlas continuamente.
Motivo de consulta. Según la amigas intoxicación etílica, me lo creo afirma tajante mi compañera auxiliar (C.A.), la paciente de 17 años, menor  de edad manda callar a todos, vamos ni Tejero: “mira yo vengo porque nadie me entiende, nadie me da placer. Claro como estoy tan buena cuando me ven desnuda se corren muy pronto y yo no me entero de nada, entonces lo que quiero es que me deis unas pastillas que se que existen  para que tarden más en correrse, porque yo, esta noche, he tenido una en  mis manos y se me ha perdido”.
La paciente pasa a consulta médica, se niega a que se le administre tratamiento: “a mí no me pongas eso que engorda y como comprenderás yo no tengo un gramo de grasa”.
C.A., por lo bajinisss: “de grasa no tienes un gramo pero de tonta lo menos 7 kilos y de calentona diez” amén.
Con muy buen criterio, el médico,  al ser menor y ser reacia a recibir tratamiento avisa telefónicamente a los padres, que aparecen casi por arte de magia en pocos minutos.
Mi niñaaaa, que le han hecho”, en observación, en una camilla yace plácidamente la niña, en la cabecera la C.A. que esta ocasión deja de ser Carmen Sevilla para adoptar la apariencia del típico demonio pequeño de los dibujos animados. Se acerca a la niña y le dice: “anda dile a tus papis lo que necesitas”. La niña poseída por el espíritu maligno de mi C.A. exclama, ante la mirada atónita de sus progenitores: “una polla larga y dura que me de placerrrrrrrrrrrr”.
En este momento existe conflicto de motivo de consulta: de una parte las amigas (intoxicación etílica), la niña (déficit de rabo efectivo), la madre (alergia al Bacardi), el padre: “a mi hija le han echado una pastilla  en el coca cola”. Será la pastilla que esta buscando la niña comenta desafortunadamente mi C.A.
Si yo fuera médico escribiría en el informe:
ANTECEDENTES PERSONALES:
                -Alergia al Bacardi.
                -Insatisfacción sexual crónica por perfección física de base.
MOTIVO DE CONSULTA:
Mujer de 17 años que acude a urgencias por posesión demoniaca  propiciada en  parte al ingerir un Bacardi aliñado con una pastilla, dicha bebida iba dirigida a un joven que le atraía físicamente, pero los primeros síntomas de la posesión diabólica le hacen confundir su vaso de agua (ella no bebe) con ese brebaje.
Este cuadro patológico llega a su culmen cuando la C.A. le echa un mal de ojo.
JUICIO CLÍNICO:
Posesión diabólica 
TRATAMIENTO:
El único tratamiento efectivo es administrar un gran rabo duro a demanda. El material de dicho rabo a elegir, preferiblemente carne, goma dura o similares.
El peor parado el vehículo, que ha modificado su olor a nuevo por el olor agrio del vómito que se extiende alegremente desde el suelo del asiento trasero al freno de mano y asiento delantero del copiloto.
DESTINO AL ALTA:
Domicilio habitual de R. Siffredi.
AMÉN

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